Escucharé el rugido de tu estomago
cuando las migas me entorpezcan el habla;
me quejaré de tu titiriteo si tus dedos me hielan los huesos.
Atenderé tu sed con una triste lágrima derramada,
pero la mía, vendería mi alma por saciarla.
Que desequilibrio muestras al caminar, yo escalaré a lo alto y, te
contaré de qué color es el mar, con las palabras justas y te diré que es
el paraiso al que pocos pueden llegar. Las pocas heridas de mis dedos
serán el símbolo de mi victoria; la sangre bajo tus pies será el icono
de tu deshonra.
Creeme,
mis ojos pierden horas por verte y mi vida valor por tenerte. El cielo
no me esperará eternamente, tu boca torcida será una mueca y no una
sonrisa. ¿Por qué me arrancas las plumas una a una? Si toda la poesía
que escribes con ella son divagaciones que jamás pisarán la Luna.
Si me pierdo en el camino es por tu mala fortuna, pero aléjate tres
pasos y me entrarán las dudas. Y tu improvisada fogata es algo útil por
fin; tal vez esta noche ,mis mantas arropen mi helado corazón y pueda
dormir.
Deja de llorar y quejarte Magdalena. ¿Dónde está tu
fortaleza? Espera tiempos mejores que, viento favorables vendrán, tan
certero como que mañana amanecerá pero mientras, nada contracorriente
que de mi lado no quiero perderte.