Hojas de Otoño cayendo en suelo y,
mis presos sentimientos cayendo
en la libertad de mis versos.

Lectores

sábado, 21 de diciembre de 2013

Y un paraguas y una carta y un banco.



Caminas bajo la lluvia

con una carta y un paraguas en mano.

Es esa única carta, tan plegada y arrugada,
 las  cenizas del fuego que existió  en un pasado,
las palabras que robó el silencio en tantas veladas,
la chispa  transcrita que tras el roce te provoca llamas en alma.

Es esa carta, escrita por sus manos, un hijo nacido de circunstancias tan poco esperadas.
Una noche, de risas y desvelos y  tactos coquetos 
y otro día, de cansancio y sueño y anhelos por leer distintos informes médicos.
Tragaste  lamentos y lágrimas 
para sacar felicidad de su mirada, 
 sonrisa de sus labios y vida de su aliento.

Ese día regresabas con nuevos  medicamentos pero,
la pluma se encontraba en el suelo,
reseco el tintero y ella, sin pulso en el cuello.


Es esa única carta, tan plegada y arrugada,
 el último suspiro de una existencia ahora recordada pero antes vivida.

Alejandra Meza.







viernes, 13 de diciembre de 2013



Bueno, muchísimas gracias a Cristian Redondo por haberme nominado a un premio bloggero. Me alegra saber que en algún rinconcito hay alguien leyéndome y que me tiene lo suficientemente en mente como para acordarse de mi y concederme un bonito premio. Un artista crea por necesidad propia, es cierto, pero también para llegar a un público. Para expresar. Por eso no hay mayor regalo para mí que os paséis de vez en cuando y me dediquéis unos minutos.




Mis respuestas a las preguntas:

- ¿Una montaña nevada o un lago congelado?

¿No hay posibilidad de elegir algo con un poco de sol y calor? , jajaja.
Creo que me quedo con el lago congelado, me pondría patines e intentaría no romperme la crisma.

-¿Alguna tradición navideña?

Despertarme con el sonido de un precioso villancico. Mi padre pone el cd justamente el día que se pone el árbol de navidad. Cuando abro los ojos siento todo el espíritu de estas fechas acogerme, saborear los dulces y sonreír, porque es el día de decorar la casa en familia.

-¿Una canción que te guste escuchar cuando estás feliz?

No tengo una canción para cuando estoy feliz porque de hecho no tengo un único genero que encaje con ese estado. Puedo encontrar la felicidad en una canción melancólica, en un rock, en un electro, rap, jazz, instrumental, etc.

-¿Una película que te haga sonreír?

Son preguntas muy difíciles para mí, tengo gustos muy variados. Supongo que la primera que se me ha venido a la mente es Amelie. Por la personalidad tan dispersa de la chica.

-¿Tu mayor hobbi?

Mis hobbis se convierten en algo más que un hobbi. Suelo llevar las cosas a los extremos asi que las cosas o no me gustan nada o me gustan muchísimo y me obsesiono. Las desgasto. Podría ser el caso de la danza, que empecé de esa forma y ahora es mi vida. El caso de la música, de la cual soy una completa dependiente. De la lectura y novelas, que me he leído tantos libros que tengo los títulos ya en el olvido. El cine. Analizar situaciones, imaginar posibles situaciones, encontrarle solución a esas posibles situaciones. Analizar a las personas, conocerlas profundamente.

-¿Te gusta algún poeta?
Me suele costar bastante adentrarme en el arte de los demás. A veces me llega y me erizo y otras no. Lo mismo me pasa con esto, hay poetas a los cuales todo el mundo admira, pero a mi no me terminan de llegar. Si entiendo su arte pero me falta algo, fondo. Por eso no solo leo poetas conocidos sino gente como yo que en su tiempo libre escriben, libres de cualquier pretensión, inocentes y puros, sin prepotencia. Y de esos por blogger por suerte hay bastantes y los sigo y los leo y me erizo y me enamoro de sus textos.

-¿Kétchup o mostaza?

Kétchup

- ¿Primavera u otoño?
Otoño.

-¿Tu comida preferida?

Comida italiana, lasaña. Comida china, tallarines chinos con ternera, rollito de primavera.


-¿Cómo es tu forma de ser?

Rara, abstracta y contradictoria.

-¿Día o noche?

Noche.














miércoles, 27 de noviembre de 2013

PROYECTO DE NOVIEMBRE DE ADICTOS A LA ESCRITURA. "PAPÁ. ¿POR QUÉ SOY UNA CHICA?"

“Papá, ¿por qué soy una chica? “

Había pasado una semana desde que mi hija me había hecho esa pregunta y todavía no había sido capaz de encontrar respuesta. Supongo que es natural que una niña de cuatro años se pregunte por qué su hermano asiste a clases de fútbol y ella a ballet, por qué las paredes de su cuarto son rosas o por qué las niñas de su clase juegan con muñecas y no con cochecitos. En definitiva, yo tampoco comprendo por qué desde tan temprana edad establecemos diferencias entre ellos, erigiendo tabúes y patrones para  luego qué: ¿Caer en el tópico de cuan distintos somos? ¿Un hombre no puede comprender a una mujer y viceversa? Tampoco comprendo la diferencia “chico” o “chica”, “mujer” u “hombre”. Palabras relacionadas a un concepto de manera arbitraria y un concepto tal vez, impuesto ya solo por costumbre y tradición de las sociedades sin pensar en el concepto natural.

“Papá, ¿por qué soy una chica?”

Puede ser una cuestión absurda a la que no deba darle más importancia pero la cuestión es que para mí si la tiene. Puedo comprender por qué mi hija  hizo esa pregunta. Una pregunta que me hice tantas veces unos pocos años atrás. Obviamente, sé diferenciar el género masculino y femenino, lo que no distingo son los papeles que deben ejercer, las características de comportamiento que ya se les asocia. Busqué y busqué una respuesta, en libros, en películas, en maestros o en canciones pero, una vez desgastado de someter mi identidad a una constante duda y no encontrar respuesta, acepté los cánones de la sociedad y memoricé mi guión como hombre en la vida.

Crecí junto mis dos hermanas mayores y  madre a falta de un padre que nos había abandonado en un pueblo ya olvidado. Creo recordar que de niño nunca hice diferenciación alguna entre chica o chico aunque, es bastante confuso mirar entre la bruma de unos recuerdos tan difusos.
Mis dos hermanas y yo estudiábamos libros de texto en  casa de una forma totalmente autodidacta. Solía ser un niño bastante enfermo por lo que no asistía a la escuela. Recuerdo las altas fiebres de madrugada, los escalofríos y lo común que era que escasease el dinero a pesar de que mi madre, dedicada entera a sus hijos, se dejase la piel limpiando las escaleras de los edificios, ayudando en cualquier mudanza del pueblo o cargando su horario con cada mínimo oficio que le pudiese aportar efectivo. Cualquier dinero que tuviese lo empleaba en mis medicinas o en satisfacer el hambre de las tres criaturas que tenía en el  mundo, hasta el punto de despreocuparse de ella misma. Nos amaba.

En ese contexto, jamás tuve una referencia masculina. Me entretenía jugando con mis hermanas encadenando palabras, siendo el rey de un castillo de cartón o vistiendo muñecas medio descosidas y remendándolas para poder jugar más con ellas. En épocas todavía más difíciles incluso tuve que heredar alguna que otra prenda usada y jamás me planteé el hecho de si era ropa femenina. Y llegó la pubertad y con ella los cambios físicos. Tal vez, fue el primer momento en el que fui realmente consciente de las diferencias pero siempre físicas no psíquicas. Yo no tenía pechos, al igual que mis hermanas no tenían tanto vello ni tenían la voz cada vez más grave. Y así, sin darle más importancia, crecí.

Por supuesto todo cambió más tarde cuando me mudé a la ciudad para poder trabajar y estudiar. Fue como meter la cabeza en agua fría y despertar en una realidad totalmente distinta de la que había estado viviendo. La sexualidad estaba marcada por colores, ropas, perfumes, maquillajes, trabajos, música e incluso sitios de ocio. Fue una gran confusión, un gran golpe. Un gran no entender nada. Hasta ese momento, jamás me había planteado el hecho de que mi identidad estuviese ligada a un sexo, mis gustos, mi manera de comportar y de estar en la vida. Es obvio, que al crecer bajo una influencia femenina bastante importante había ido adquiriendo gestos, expresiones, formas de pensar y hablar que por lo visto aquí (o ahí y en todas partes debo decir)  se van asociando a mujeres. Me abrumaban los intentos de coqueteo de mis compañeras que hacían bandera de su feminidad y no sabía como debía reaccionar. No me habían enseñado a pensar en una mujer de esa forma, como algo a lo que poder conquistar. Yo las entendía sabía como pensaban  y pensaban igual que yo, que un hombre. Solo era cuestión de personas y no de sexos. Mientras yo los veía a ellos como raros, no por ser cómo eran sino por las diferencias que establecían cuando eran lo mismo, seres humanos, ellos me veían a mí como al extraño. Se envalentonaban y llevaban la mano a la cabeza al no creernos a ambos sexos tan distintos. ¿Eran más hombres aquellos de la ciudad que yo? O ¿era yo mujer de mente y hombre de cuerpo? Y ¿qué sentido tenían estas palabras? ¿tal vez estaba pensando demasiado? Eran muchas preguntas que como respuestas tenían más preguntas. Me di por vencido. Aprendí que un hombre bebe cerveza con los amigos mientras habla de fútbol, que no expresa sus sentimientos o debilidades, que debe permanecer proyectando siempre una imagen fuerte, que si una mujer no puede abrir un bote el hombre debe tener la fuerza necesaria para abrirlo, que si se rompe algo de la casa ha de repararlo, que nunca mira las instrucciones, que al abrazar a otro hombre le da dos palmadas en la espalda y cuando se pierde no se detiene a preguntar el camino.

Eso era ser hombre según ellos. Para mí ser hombre era algo que implicaba solo mi aparato reproductor y cuerpo. Algo más natural.

No sé si he sido capaz de expresar mi punto, si he llegado a alguna conclusión o si por el revés me he ido enredando en un mar de laberintos. Pero no tenía otra respuesta más que esta un Lunes a las 4 de la madrugada.


ALEJANDRA MEZA (Zalexa)

viernes, 22 de noviembre de 2013

Tiempo.





       Quién no ha deseado el eterno tacto
del tiempo fluyendo entre los dedos 
para atraparlo y modelarlo 
y transformarlo en goma y borrar 
algunos momentos del pasado;
llorarlo en tinta y con tinta 
dejar marcado el futuro destino
y es que dicen que el tiempo perdido 
hasta los santos lo han llorado;
 pero el tiempo  fluye y se escurre y
gota a gota se escapa de las manos. 

Alejandra Meza.













"¿Qué es el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé. Si  me lo preguntan, no lo sé."


San Agustín.




viernes, 1 de noviembre de 2013

Café caliente



Observo callada.
Me comunico escribiéndole a nadie
desde  mi mesa  acompañada por un café, bolígrafo y papel.

Mis ojos memorizan gestos,
mi corazón descodifica anhelos y,
mi alma, persiste buscando su gemelo.

Luces artificiales iluminan ausentes sonrisas,
reuniones clandestinas, primeras y  últimas citas,
el café de las nueve, el té antiestrés,  la noche inquieta de un poeta
o el secreto que alguien no revela.

¿Qué verán ellos cuando me vean?
¿Qué es lo que veo yo cuando los veo?

Figurantes de mi filme,
carentes aparentemente de protagonismo.

Esta noche, con qué o quién soñarán,
por la mañana, en boca de quién despertarán,
qué destino les deparará el poso de la taza olvidada
y qué destino me deparan estas letras desfiguradas.

Alejandra Meza






jueves, 31 de octubre de 2013

H2O

Llueve.
Llueve por fuera,
y tú, llueves por dentro.




Quién fuese lluvia para camuflar las lágrimas de tu dolor.
Recorrer tu rostro liso
y calar las prematuras arrugas de tu corazón.

Serpentear  por tu cuerpo,
enseñándote, que siempre hay recorridos nuevos.
Abstraerte en la belleza de la transparencia
para que olvides, la gran inclemencia
 que  te ofrece la existencia.

Te condena el hambre y el frío,
mientras la posible muerte  baila con tu destino.

Quién fuese agua, para borrar sus pasos y,
condenarlos a ellos, a un muy lejano destino.

Alejandra Meza

sábado, 26 de octubre de 2013

Te extraño ______.


Tanta.


Tanta es la soledad, que ni ella me acompaña.

Sin nada que extrañar, así me tiene de desamparada.

Tanta es que mi cuerpo extraña un cuerpo con el que jamás durmió,
y mi mente revisa continuamente ese inexistente mensaje de voz.

Extraño risas que no fueron y recuerdos, que no son más que fantasías sobre fantasías.
Nunca fueron, nunca serán, pero hoy, son.

Son mentiras que me acercan a las puertas de tu vida, esa, tan inexistente. 


Alejandra Meza





                           "La soledad es muy hermosa cuando se tiene a alguien a quien decírselo"


                                                      Gustavo Adolfo Bécquer.









sábado, 19 de octubre de 2013

Luna

  A veces brillando a medias, 
otras por su ausencia mas hoy,  noche de Luna llena. 
  Repleta de sueños, poemas y delirios.  
  Contemplada y envidiada con el paso de los  siglos.
   Astro  que todo lo ve, pero que nada puede decir.
  
 Luna que vive eternamente solitaria y tan solo 
desea morir siendo amada.  
 Hoy, Luna, colándose sigilosamente por la ventana.   
 Derramando su luz sobre un rostro en lágrimas.  
 Labios de un rojo desvaído que   tatuan vasos y ya no, 
aquellos otros labios  de los que alguna vez se había prendido. 
Ojos que no ven el presente, perdidos en algún momento del recuerdo.  
Unas manos, que entrelazan hebras de cabello.  
Y unos cabellos, deseando el suave tacto de otros dedos

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Haciéndo y deshaciéndo una trenza. 
Así pasaba sus noches en vela y así, 
desearía poder hacer con su vida entera.
Buscando amor y perdiendo poco a poco el corazón.
 Buscando algo de lo que sólo se encuentran pérdidas.

Segundos que expiran y no vuelven.
Caricias que acuchillan y 
 palabras alguna vez susurradas  que hoy dejan sin habla.
No queriendo la calidez de su corazón, 
deseando la frialdad que otorga la razón.
 Si la Luna
 luce su belleza y hermosura con una indolora perfección:
¿Por qué lo bello ha de ser doloroso?
¿Por qué lo hermoso ha de ser imperfecto?  
¿Por qué ser humano es sinónimo a estar preso de sentimientos?
Y, mientras ella está sumergida en sí misma, la Luna sigue brillando. 
Derramando su luz sobre la faz de la tierra y acompañando a millones de humanos. 
Y quién sabe si inspirando a otros tantos víctimas del corazón.
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Alejandra Meza






sábado, 12 de octubre de 2013

Castillo de naipes.




Cartas colocadas en precario equilibrio.

Por tanto tiempo,
hice malabares para mantener los cimientos de mi castillo;
mas hoy, 
me rindo y contemplo la belleza de su derrumbe.

Gran estrépito.
Recuerdos resquebrajados,
sueños rotos bajo escombros,
leves suspiros perdidos en el aire.
Esfuerzos, ganas y glorias 
quemadas por las llamas de mis amores.

No digno de mención que,
la que otrora fuese la razón de su contrucción,
no es más hoy que el motivo de su destrucción,
con la presencia de su ausencia.

Mi esperanza perdida en la nada y,
mi castillo vulnerable ante el soplido de la realidad.

Ahora, no es aquella duda de cómo comenzar.
Ahora mi duda es: ¿Acaso he de empezar?




Alejandra Meza