A veces brillando a medias,
otras por su ausencia mas hoy, noche de Luna llena.
Repleta de sueños, poemas y delirios.
Contemplada y envidiada con el paso de los siglos.
Astro que todo lo ve, pero que nada puede decir.
Luna que vive eternamente solitaria y tan solo
desea morir siendo amada.
Hoy, Luna, colándose sigilosamente por la ventana.
Derramando su luz sobre un rostro en lágrimas.
Labios de un rojo desvaído que tatuan vasos y ya no,
aquellos otros labios de los que alguna vez se había prendido.
Ojos que no ven el presente, perdidos en algún momento del recuerdo.
Unas manos, que entrelazan hebras de cabello.
Y unos cabellos, deseando el suave tacto de otros dedos
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Haciéndo y deshaciéndo una trenza.
Así pasaba sus noches en vela y así,
desearía poder hacer con su vida entera.
Buscando amor y perdiendo poco a poco el corazón.
Buscando algo de lo que sólo se encuentran pérdidas.
Segundos que expiran y no vuelven.
Caricias que acuchillan y
palabras alguna vez susurradas que hoy dejan sin habla.
No queriendo la calidez de su corazón,
deseando la frialdad que otorga la razón.
Si la Luna
luce su belleza y hermosura con una indolora perfección:
¿Por qué lo bello ha de ser doloroso?
¿Por qué lo hermoso ha de ser imperfecto?
¿Por qué ser humano es sinónimo a estar preso de sentimientos?
Y, mientras ella está sumergida en sí misma, la Luna sigue brillando.
Derramando su luz sobre la faz de la tierra y acompañando a millones de humanos.
Y quién sabe si inspirando a otros tantos víctimas del corazón.
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Alejandra Meza