Hojas de Otoño cayendo en suelo y,
mis presos sentimientos cayendo
en la libertad de mis versos.

Lectores

sábado, 19 de abril de 2014

Pensando...




Seguro que todos hemos deseado en algún momento volver  a ser infantes, y si no es asi, en algún momento del futuro probablemente lo desearemos. La cuestión es por qué. Mayoritariamente queremos retroceder en el tiempo porque el presente nos supera de alguna forma, no queremos afrontarlo o no somos capaces de encontrar de manera tan sencilla aquello que nos hacía felices. Pero sinceramente : ¿Cuando entonces eramos niños  los problemas de aquella época no nos superaban? O ¿Es que el llanto desconsolado por no querer dormir solo, ante la oscuridad y acudir a papá y mamá se ha borrado de la memoria? ¿Acaso no aprendimos a solucionar los problemas yendo de la mano del tiempo y de la vida y su pasar?

Es eso, aprendimos. Pero aprendimos con ojos curiosos, con la sorpresa del descubrimiento, con la expectación. Con la capacidad de sonreir sin motivo, solo por sonreir, de tal forma que el sonreir era el rostro habitual con el cual enfrentar al mundo. En el presente por el contrario,  la actual  máscara - que si bien  aún se encuentra en parte expectante- no espera las mismas cosas y tan solo muestra un rostro liso, sin curva en los labios que  deje traslucir la verdad de las emociones. Esta máscara esta predispuesta a sentirse agobiada por buscar soluciones a problemas que aún no existen, a sentir el temor por su posible existencia o a irremediablemente darse cuenta de que no tiene sentido tal vez llevarla puesta pero desconoce u olvidó otra forma de mostrar su rostro al mundo. Porque mientras buscábamos nuestro lugar en este, maquillándonos tratando de tal forma ocultar aquello que no queríamos que el mundo viese, pensando en que seríamos juzgados, no aceptados, vistos como locos, cuestionados, aquello que  perdíamos era la capacidad de saber hablar. Y empezamos a acortar las cosas, a confundir los conceptos y llamar "problema" a una simple "enseñanza" o situación. Como la lección que nos enseñó que el fuego quema o que las rosas tienen espinas, o que a veces vale la pena unos arañazos en la rodilla si eso significa pasar una tarde con amigos jugando sin parar, de risas y pelotas y barro.

Al fin al cabo, la vida es tan solo una. Una sola profesora con tantos alumnos. Con muchas lecciones pero que en verdad no son tantas como creemos, al fin y al cabo lo que ocurre es que nos enseña lo mismo de tantas formas distintas que nos confunde. Creemos que la lección de la rosa, del fuego o de la rodilla no tienen nada que ver con el presente, cuan equivicados y perdidos y repito, confundidos estamos. Las lecciones son correctas lo que sucede es que aprendemos cosas que no se nos enseñan.

Despues de ver la gota de sangre tras haber cogido precipitadamente una rosa sin fijarnos, aprendimos a ser observadores, pero lo confundimos con ser cauto y la cadena de teléfono roto fue malogrando la palabra de forma que  de la ensanza nos quedamos tan solo con la cautela, con el juzgar, con el evitar, con que "no agarres una rosa que pincha" , en vez de observar. Y es muy importante observar todo tipo de situación. De la lección del fuego olvidamos el actuar, ser resolutivos y practicos y de el arañazo de la rodilla, que los sacrificios son actos que uno decide hacer por algo que merece la pena porque darán alegría o recompensa , y no actos impuestos que causan simplemente pena.

Si. Queremos volver a ser niños sabiendo todo eso. Como un alumno de bachillerato desea volver a la primaria porque solo se hacen sumas y restas pero solo porque el ya sabe sumar y restar. Dudo que queramos volver atrás desaprendiendo todo lo aprendido. Que situación tan idílica entonces, sería casi como nacer ya aprendidos. Pero más dificil que retroceder en el tiempo es darse cuenta que de lo que se trata es de ser niños de nuevo pero en el presente.

Alejandra Meza.

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