Cartas colocadas en precario equilibrio.
Por tanto tiempo,
hice malabares para mantener los cimientos de mi castillo;
mas hoy,
me rindo y contemplo la belleza de su derrumbe.
Gran estrépito.
Recuerdos resquebrajados,
sueños rotos bajo escombros,
leves suspiros perdidos en el aire.
Esfuerzos, ganas y glorias
quemadas por las llamas de mis amores.
No digno de mención que,
la que otrora fuese la razón de su contrucción,
no es más hoy que el motivo de su destrucción,
con la presencia de su ausencia.
Mi esperanza perdida en la nada y,
mi castillo vulnerable ante el soplido de la realidad.
Ahora, no es aquella duda de cómo comenzar.
Ahora mi duda es: ¿Acaso he de empezar?
Siempre hay que empezar. La vida al final se trata de eregir muchos castillos de naipes, donde al final algunos pasan a ser castillos de arena, y finalmente uno se hace de concreto.
ResponderEliminarCierto es, muchas gracias por recordarme eso. Que siempre hay que empezar.
ResponderEliminarA veces cuesta hacerlo.
Espero te haya gustado :)